¿Cómo perdió el brazo Miguel de Cervantes?

Retrato de Miguel de Cervantes

Miguel de Cervantes es uno de los autores de la literatura clásica española mayormente conocidos. Su legado nos ha dejado numerosas historias y anécdotas ya sea de su obra o de su vida personal. Aunque se conozcan con precisión cada una de ellas, hay algo de lo que no podemos pasar por alto y es la historia de su brazo. Este perdió su extremidad izquierda en la Batalla de Lepanto.

Data de 1571 cuando sucedió dicho acontecimiento. Se desarrolló de forma marítima, cercano al Golfo de Patras, en la ciudad griega de Naupacto. Cervantes iba a bordo de una galera llamada Marquesa que formaba parte de la flota que mandaba el Marqués de Santa Cruz.

El día en que el escritor perdió la mano

Quienes se enfrentaron eran comitivas del Imperio Otomano y la Liga Santa. Un grupo católico formado entre otros por: el Imperio español, los Estados Pontificios, la República de Venecia o la Orden de Malta, entre las principales.

El día de la batalla, este estaba enfermo con fiebre. Pero su honor estaba por encima de todo y con un esfuerzo titánico decidió no quedarse encamado y salir a luchar con los hombres de Miguel de Moncada. El resultado de la contienda definitiva fue bastante satisfactorio para los suyos, y para sus intereses. Se dice que hasta le subieron el sueldo a cuatro ducados, moneda de entonces. Aunque durante la sanguinaria batalla el hombre resulto herido en tres ocasiones.

Las heridas de guerra de Miguel de Cervantes

Estas le provocaron diferentes heridas de gravedad a raíz de varios disparos de un rifle: dos en el tórax y otro en su mano izquierda. Le llevaron de inmediato al Hospital del Puerto de Messina, en Sicilia, pero tras seis meses convaleciente tratándose de recuperar, el examen médico resultó ser catastrófico, al verse afectada parte de la movilidad de su brazo.

Le dejaron inutilizado parcialmente su brazo izquierdo, provocando así que este se quedara sin prácticamente su uso. Aunque su tozudez fue mayor que su dolor y se conoce que años después hasta volvió a batallar en diferentes combates navales como: Navarino, Corfú, Bizerta o Túnez.

A partir de entonces este empezó a ser conocido como el “Manco de Lepanto”. Un apodo que le atribuyeron sus principales enemigos para reírse de él a todas horas y que este pseudónimo se quedara hasta nuestros días.