Sería demasiado pretencioso decir que anotó una barbaridad de goles y un error pensar que solo fueron unos pocos, pero el idilio de la competición europea con Karim Benzema no era casualidad. Fue la bota de oro del torneo y el líder incondicional de su equipo. No hubo debate con quién debería ser el mejor jugador de la pasada edición y su efectividad de cara a portería demostró ser el máximo artillero con 15 goles. Más dianas que partidos tiene la competición.
El francés cerró la edición con cinco goles en fase de grupos y 10 en la fase final del torneo. Unos registros de auténtico killer. Además completó dicho mérito con varios hat-tricks como en las noches del PSG o Chelsea. Nadie puso en duda su edad y sus prestaciones de cara a puerta. Cuándo las cosas iban mal, todos ya sabían a quién mirar.
El delantero francés no le tema a nada
Él asumía la responsabilidad y levantaba la mano para encarar portería. Serio, con el ceño fruncido desafiaba a sus rivales con una facilidad pasmosa. Los marcó de todas las formas posibles: de cabeza, con la izquierda, derecha, de penalti, regateando al portero o como él mismo quisiera. Todo a una velocidad inalcanzable. Nadie conseguía parar a Karim Benzema y se divertía cada vez que el reto era mayor.
Parecía que se sentía hasta cómodo en la dificultad y muy vivo en la agonía. Nadie tuvo tanta fe como su convicción de llevar al equipo dónde él quería. Karim consiguió jugarlo todo y en días en lo que la cosa se complicaba, él se ponía el traje de oficina para liarla todavía más. Dicho y hecho. Abrió portadas, levantó a la afición y consiguió el beneplácito y halagos de todas las partes del mundo.
Ni su propia edad le impedía competir al mejor nivel. Con 34 años, el hándicap de ser un reto demasiado mayor para él, se hizo añicos cada vez que el entrenador de turno le intentaba frenar. Su conexión con Vinicius era idílica al igual que con Modric o cualquier otro compañero de equipo.
Karim Benzema, el auténtico líder de este equipo
Nunca bajó los brazos y aguantó como un auténtico templo. Karim Benzema supo manejarse a las mil maravillas, casi entre algodones, para soportar cualquier chaparrón de algún hueso duro que trataba de interponerse en el camino de la conquista de la catorceava.
Su idilio con esta edición fue un amor a primera vista. Aparentaba estar obligado a entenderse con ella y el roce hace el cariño. La magia y el idilio de esta competición hizo el resto. No había duda que la Champions la juegan los mejores.
En esta actual, todavía no ha podido estrenarse y parece que le está pasando factura la anterior. Pero ha merecido la pena. Karim se lesionó en el primer partido ante el Celtic, el segundo ante el Leizpig le pilló lesionado y el otro día no lució demasiado. Contrariado con esa posible carga de partidos a su edad, la jornada cuatro tampoco la jugó por precaución.
Veremos cómo sigue su aventura en esta competición tan atractiva como ilusionante. Debe volver a ser el hombre importante que se convirtió hace justo un año. Su momento debe llegar de un momento a otro.