Al hablar de un ser despiadado como Hitler, podemos sacar numerosas conclusiones sobre todo el dolor que causó a lo largo de su vida como dictador. Pero si entramos en detalle sobre su vida y hábitos que él mismo tenía en su día a día, descubriremos auténticas curiosidades sobre su persona. Tal y como abría el titular de esta noticia, podemos decir como respuesta, que siempre lo hizo como acto reivindicativo o bien, por prescripción médica.
Este empezó a ser vegetariano a cierta edad, siempre y cuando le interesó serlo. Una persona de su condición, era poco probable que le tuviera tanto apego a los animales o que en su valores hubiera espacio para la lucha contra el maltrato. Si en algún momento de su vida se hizo vegetariano, todo vino motivado por varios problemas de salud que le impedían comer carne.
¿Verdad o mito: qué le ocurría al dictador?
Aunque siempre ha habido algo que ha llamado la atención y se debe a varias pérdidas de dientes, debido a algún atentado que sufrió en 1944. Perdió entonces varias piezas dentales y eso le impedía masticar con facilidad. Después también se le descubrieron varios dolores estomacales crónicos así como problemas intestinales que le obligaron a ceñirse a numerosas dietas estrictas.
Todo entonces se convirtió en vegetales, legumbres, huevos o leche. Esta curiosa historia se refuerza con algo que le llevó a contratar los servicios de una probadora de alimentos, por si la comida que probaba estaba envenenada. Una historia también desvelada en No Te Enrolles.
Los planes de Hitler en su alimentación
Resulta remoto conocer que ya en aquella época, este sabía manejar muy aspectos como la publicidad. El hecho de ser vegetariano, podría ser una parte más de su propaganda nazi que utilizó. De esta forma, quería dar a entender que era un tipo sacrificado, alejado de los placeres mundanos y estar capacitado para afrontar cualquier reto y ser fuerte en la batalla. Así se intentó ganar a muchos, pero aquello no le funcionó demasiado bien.
Con el paso del tiempo, se descubrió que varios de los cocineros del Führer reconocieron que este comía siempre a escondidas sus platos de carne como: albóndigas de hígado, salchichas, jamón o carne asada. Incluso hasta sus propios médicos, ponían en duda esa creencia vegetariana de Hitler.