Herman Webster Mudgett, más conocido como Dr. H. H. Holmes. Era farmacéutico y fue condenado a la horca. Murió el 7 de mayo de 1896 a los 34 años. Se dice que mató cerca de 200 personas, por la fecha y los crímenes realizados se le puede considerar uno de los primeros asesinos de la historia.
La familia del asesino le consideraba un chico problemático, solitario, que maltrataba a los animales y niños pequeños, sumado a esto tuvo una infancia rodeada de abusos dentro del colegio, por parte de los compañeros. Los compañeros le obligaron a tocar un esqueleto humano, algo que le provocó fascinación, por lo que terminó estudiando medicina. Dr. H. H. Holmes era un conquistador, un hombre seductor y de eso se valía para llevar acabo las estafas, seducía a mujeres ricas y obtenía lo que quería.
Como con su primera víctima Clara Lovering, que pagó sus estudios de medicina, se caso y tuvieron un hijo. Las estafas y negocios turbulentos de Holmes, eran de toda clase, robaba cadáveres en la universidad para experimentar, aunque también para estafar a las compañías de seguros después de cambiarles la identidad y llegó incluso a vender una cura contra el alcoholismo. Debemos situarnos en el Siglo XIX, más aproximadamente en el año 1893, fecha en la que también Jack el Destripador estaba actuando en Reino Unido.
El «modus operandi» del Dr. H. H. Holmes
Fue en este momento cuando Holmes abrió un hotel en Chicago, ya que coincidía con la celebración de la Exposición Universal de Chicago, y por tanto abría muchos turistas y entre ellos, muchas mujeres adineradas, y así tendría un lugar donde llevar acabo los diferentes asesinatos.
El hotel del Dr. H. H. Holmes tenía más 60 habitaciones, un sótano y 51 puertas, entre ellas la zona baja que aparentaba normalidad, pero solo era apariencia. Dentro del hotel se podían ver trampas, escaleras sin salidas, dormitorios secretos, cuartos sin ventanas, incluso las habitaciones desprendían gas venenoso y otras tenían sopletes instalados en la pared.
Dentro del hotel había mirillas por todas la habitaciones, desde las que veía el sufrimiento de los secuestrados, pero no solo lo veía, sino que en ocasiones también los torturaba antes de matarlos, colgándolos de los brazos y bajándolos hasta un pozo con ácido o encadenándolos a una prensa giratoria que les trituraba los huesos.
Así se deshacía de sus víctimas
Cuando los mataba, el Dr. H. H. Holmes, los llevaba a un montacargas, donde había dos toboganes que desplazaban los cadáveres a una bodega donde se disolvían en ácido sulfúrico, incinerados o zambullidos en cal, por todo esto el hotel obtuvo el nombre del “hotel de los horrores”.
Una vez terminada la exposición Universal, decidió incendiar el hotel para cobrar el seguro, pero fue descubierto y huyo a Texas para seguir con sus estafas, donde le volvieron a pillar y por primera vez enviado a la cárcel, pero pagaría la fianza y volvería a cometer estafas y asesinatos.
Cuando parecía que el asesino se salía con la suya, un antiguo compañero de celda, le denunció por estafa a una compañía de seguros, y fue en ese momento cuando las autoridades investigaron y se dieron cuenta, de que no solo cambió de identidad, también realizó muchos fraudes y asesinó a unas 200 personas, aunque el solo reconoció 27.