El Documento Nacional de identidad (DNI) es el documento público con el que se acredita la identidad y los datos personales de su titular, además de la nacionalidad española de la persona. Es un documento personal e intransferible, ninguna persona obtendrá el número de una persona que ha fallecido, es un número único y perpetuo por motivos legales.
Todo el mundo residente en España debe tener su Documento Nacional de Identidad, incluida la familia real, pero está tiene asignadas los número del 10 al 99.
Encontramos que la familia real, tiene adjudicado los número del 10 al 99, sin contar el número 13 que fue eliminado por supersticiones. Dentro de estos número vemos que el número 10 le fue asignado a Juan Carlos de Borbón, algo que llamó mucho la atención, por ser un número muy redondo.
La frase, Juan Carlos de Bobón con DNI 010, no será lo mismo con su hijo, que le fue asignado el número 15.
En el DNI a la reina Doña Sofía se le adjudicó el número 11, el 12 fue para la infanta Elena y el 14 para la infanta Cristina.
El número 15 le fue asignado al actual Rey de España Felipe VI, el 16 a su hija Leonor y el 17 a su hija Sofía.
Otros de los datos curiosos que encontramos entorno al Documento Nacional de Identidad, son: en el año 1994 se comenzó a introducir el DNI a través de un decreto, haciendo que cada persona tuviera el suyo propio, aunque hasta el año 1951 en general Francisco Franco no tuvo el suyo.
Francisco Franco se quedó con el número uno, el dos fue para Carmen Polo y el tres para su hija.
De todas las provincias que hay en España la que primero puso en marcha, el Documento Nacional de Identidad en marcha fue Zaragoza.
Los primeros que fueron obligados a obtener el DNI fueron los presos.
Las personas que habían estado en la carcel y se encontraban bajo libertad condicional, debían obtener el DNI los primeros, así los podría vigilar mejor. Los segundos que tuvieron que obtener el Documento de Identidad, fueron los hombres que por su trabajo o por su negocio debían mudarse de domicilio de forma continuada y en tercer lugar se les obligó a los hombres que vivían en ciudades con más de 100.000 habitantes.
